A pesar de tener cierta experiencia en esto de recibir premios, aunque suene muy pretencioso, lo cierto es que con cada uno de ellos aprendemos algo más sobre nosotros mismos, sobre los horizontes de la solidaridad y sobre la propia condición humana de hacer el bien.
El día de ayer, en Madrid, fue uno de esos días de aprendizaje. Como si fuera la primera vez, nos montanos en un tren AVE con tantos o más nervios que los pequeños que nos acompañaban. Llegamos allí, a la Casa del Lector, donde nos esperaban la directora de la Fundación Solidaridad Carrefour, María Cid, y el presidente de Carrefour y la fundación, Rafael Arias-Salgado, quienes nos dieron la bienvenida a las más de 200 personas que se dieron cita en el acto.
No íbamos solos. La representación de la entidad formada por los niños del centro de protección a la infancia ‘San Antonio’, Zaida y Rubén, junto con su directora, Aurora de los Reyes, así como los miembros del equipo técnico José Luis Gordillo y Benito Romero, estuvieron arropados por grandes amigos como la responsable de Recursos Humanos de Carrefour de Camas-San Juan de Aznalfarache, Amparo Navarro, nuestra madrina en esta aventura, y dos empleados de la firma representantes de la provincia de Sevilla.
Además, quiso estar con nosotros una persona muy especial para esta casa, puesto que también es como un hada madrina que hace realidad muchos de nuestros proyectos. Es Ana Vélez, responsable de uno de los servicios de gestión de las subvenciones estatales destinadas a la realización de programas de interés general con cargo al Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) para la atención a personas con necesidades especiales.
Cuando llegó nuestro momento, intentamos que los nervios no tomaran las riendas pero apenas pudimos entender la poesía que Zaida había preparado y ensayado con tanto esmero. Cosas del directo. En nada, teníamos nuestro cheque en las manos. 30.000 euros para equipar con tecnología y programas educativos específicos, nuestros centros de atención a menores del sistema de protección.
Así de sencillo de decir, pero con tanta trascendencia, pues se trata de recursos de los que nuestros chicos no disponen y que les aíslan de lo que transcurre a su alrededor. Sus compañeros de cole y de instituto llegan a sus casas y pueden buscar en internet aquello que necesitan para completar el trabajo de clase. Nuestro chicos no y eso crea una brecha digital cuya incidencia se traslada directamente a los resultados escolares.
A partir de ahora, gracias a este premio, ellos podrán navegar por internet, por sus ilusiones, por su futuro.
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