“Desde el Monte do Gozo se puede ver la Catedral”. Con ese anhelo, andan y andan los peregrinos que, llegados a ese punto, ya van cargados de kilómetros. Pesan en las piernas, en las caderas, en los hombros, pero aligeran tantísimo el espíritu que no hay cabida para nada más que para lo que su nombre indica.
Se partió desde Linares de la Sierra, pues la actividad ha sido organizada por el ayuntamiento de esta localidad onubense. Por primera vez, un grupo de personas con discapacidad intelectual de la Asociación Paz y Bien, pero con sus piernas y su cabeza muy puestos en su sitio, se dispusieron a vivir esa experiencia tan reveladora como es el Camino de Santiago. Capitaneando el grupo, la directora de la residencia ‘El Chanza’, María, que como ella mismo dice se mete “en todos los charcos”.
En la primera etapa, de Sarria a Portomarín, el grupo compuesto por chicos y chicas de las residencias ‘José Valverde Linares’, de Santiponce, ‘El Chanza’, de Cortegana, y las viviendas tuteladas, completaron 24 kilómetros entre una espectacular naturaleza que se desborda con el ambiente húmedo de la zona y la primavera que se instala poco a poco.
Galería de fotos de la primera etapa
Los albergues, compartir con otros peregrinos, las risas nerviosas por lo conseguido y el descanso, han ido conformando la rutina de cada jornada. Al día siguiente, vuelta a reunir un paso detrás de otro. Solo eso. Andar. Así, José Luis, Alfredo, Antonio G., Manuela, Idilio, Antonio T., Sebastian, Daniel y María caminaron de Portomarín a Palas de Rey. Esta vez, 25 kilómetros en los que rendirse no era una opción.
Galería de fotos de la segunda etapa
Las dos siguientes los llevaron desde Palas de Rey a Arzúa y de aquí a Pedrouzo. Aunque la aventura parece que va tocando su fin, las sensaciones son tan intensas que parece que se lleva en el camino toda la vida. Esa una de las metáforas con las que se viene de vuelta. Al fin y al cabo, la vida es un camino por el que hay que transitar, siempre de frente y a pesar del peso de la carga.
Galería de fotos de la tercera y cuarta etapas
Y por fin la llegada a Santiago. El viernes 13, nuestro equipo de campeones entró en la ciudad de las meigas tras caminar 20 kilómetros en la última etapa.
La emoción de haber completado el objetivo fue la sensación imperante entre ellos, pero para todos los demás no deja de ser una demostración de que la integración total es posible, de que las barreras las ponemos nosotros, ni siquiera las ponen los caminos por los que han tenido que transitar, y así ha sido entendido por todos los que se han ido encontrando en esta aventura. Quizás será porque estando allí se está más presente que nunca. Aún quedan otros caminos que superar, pero con esta experiencia ya sabemos que todo es posible, que ellos lo hacen posible.